Las carnes

 

Desde tiempo inmemorial la carne ha sido para el hombre una fuente básica en su alimentación, y cuando por fin se pudo domesticar el fuego nacieron las primeras prácticas culinarias, resultando así el asado la forma más antigua y apreciada de cocinar. Para el hombre probablemente sea el asado el primer alimento transformado que consumió. 

Con el tiempo se aprendió a mejorar la técnica del asado y su condimentación. Él hombre prehistórico ya sabía del sabor y de la textura más blanda, pero se percató además de que esa carne asada duraba bastante más que la carne fresca y además le proporcionaba calor al tomarla recién hecha y si añadía ciertas hierbas y especias el sabor mejoraba sustancialmente.

No existe casi ninguna cultura en la que el asado no sea protagonista de su gastronomía. Los asados varían de un lugar a otro, en algunos casos la carne se deposita directamente sobre el fuego, en otras se deja asar a cierta distancia para mejorar la textura y el sabor, en ocasiones se asa con piedras candentes, enterrando la pieza debajo de la tierra y dejando que se ase y cueza en su propio jugo, acompañándose de diferentes frutos.

Cualquier asado, si es al fuego de una brasa, nos retrotrae a nuestros orígenes y nos produce unas sensaciones casi hipnóticas el ver como la pieza se va dorando con el crepitar de las llamas. En nuestros días el asado tiene una relación muy directa con celebraciones especiales, sigue siendo el plato protagonista de esas fiestas, convirtiendo su ingesta en un acto casi sagrado y lúdico. Las religiones monoteístas, todas ellas celebran su día más importante con asados. Así, en la Navidad cristiana no suele faltar el cordero asado o el pavo. Los árabes, al igual que los hebreos, sacrifican un cordero unos, en el Aid Al Quibir y en fiestas muy especiales y los otros en la Pascua judía o Pesaj.

Para los pueblos occidentales la carne de vaca es la carne por excelencia, mientras que para los orientales tiene más preferencia la carne de cordero o de cerdo, mientras que esta última, está vedada por cuestiones religiosas entre los musulmanes y judíos.

De un modo genérico, las carnes de mayor consumo pueden clasificarse de la siguiente forma: carne de vacuno (ternera, añojo, novillo y vacuno mayor) que engloba la vaca, el toro y el buey; carne de porcino; carne de ovino; carne de caprino; carne de equino; carne de ave y otras carnes más o menos exóticas

Nutricionalmente las carnes tienen un alto contenido proteínico de alta calidad, que viene a cuantificarse en torno a la quinta parte de su peso en fresco. La proporción de grasa es variable, muy escasa en el caballo y muy alta en el cordero y el cerdo, siendo la más equilibrada la carne de ternera. Todas ellas son ricas en hierro y zinc, además tienen abundantes vitaminas del complejo B. En general, no presentan ningún tipo de problema nutricional siempre que sean consumidas con moderación y variedad. Si bien, es cierto que las grasas de la carne son saturadas y por ello incrementan el colesterol LDL.

A continuación recomendamos varias recetas en las que la carne es protagonista, como ragú de carne, la torta de carne y hongos xiang gu rou bing, el conejo al ajillo, el solomillo de cerdo con piña y peras o el pollo a la crema.

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