Calabacín

 

El calabacín es el fruto de una hortaliza que pertenece a la familia de las Cucurbitáceas, cuyo nombre científico es “Cucurbita pepo”. También pertenecen a esta familia la sandía y el melón, el pepino o la calabaza, todas ellas plantas, trepadora o rastreras, que producen frutos grandes y protegidos por una corteza firme. 

Existen pruebas de que esta hortaliza ya era consumida por los egipcios y, más tarde, por griegos y romanos. Sin embargo, fueron los árabes quienes extendieron su cultivo por las regiones mediterráneas, donde se convirtió en un alimento de consumo habitual en la Edad Media.

El calabacín es una hortaliza de verano aunque se puede adquirir durante todo el año. Su color característico es el verde oscuro pero acepta variaciones cromáticas que van del amarillo al verde claro. Los ejemplares más sabrosos son los que se recogen entre los meses de julio y septiembre. Es una hortaliza que se recolecta tierna, sin haber alcanzado su tamaño definitivo y su forma suele ser alargada, aunque también puede ser esférica, con un sabor ligeramente amargo, aunque con un ligero toque dulce.

Se trata de una hortaliza sabrosa y muy diurética por su alto contenido en nutrientes, agua y fibra. Su bajo aporte calórico (10 calorías por cada 100 gramos) sumado a la escasa proporción de grasas y proteínas, lo convierte en protagonista de gran cantidad de dietas de adelgazamiento. Otros aportes importantes para nuestro organismo son el potasio, el magnesio y el fósforo. Los estómagos delicados encuentran en el calabacín un alimento fácil de digerir. También tiene un efecto laxante ligero que ayuda a la dispepsia, la gastritis y el estreñimiento. Suele incluirse en las dietas de las personas que sufren de dolencias cardiovasculares, renales y tensión arterial alta.

Cuando se compren calabacines deben seguirse diferentes criterios de calidad. Se elegirán aquellos ejemplares que sean firmes al tacto, compactos, pequeños o medianos, nunca grandes porque suelen tener demasiadas pepitas y una carne menos tierna, sin manchas en la piel y pesados en relación con su tamaño.

El calabacín puede conservarse en el frigorífico en buenas condiciones durante unas dos semanas. El etileno, sustancia gaseosa que segregan en mayor proporción ciertos vegetales durante su maduración, confiere sabores amargos al calabacín. Por ésta razón, no han de almacenarse junto a frutas que producen este gas durante su almacenamiento tales como plátanos, melones, melocotones o manzanas. También se pueden conservar los calabacines congelados, siempre que con anterioridad se escalden en agua hirviendo entre tres y cinco minutos.

Muy empleado en la cocina, tanto para hacer cremas, como en empanados, fritos, rellenos, guarnición de pescados y carnes. Es una hortaliza muy versátil pues, aunque rico en elementos nutritivos, es poco calórico.

A continuación recomendamos algunas recetas en las que prima el calabacín, como el brazo gitano de tortilla, los calabacines rellenos, calabacines a la Napolitana, los calabacines con bacón o las brochetas de sepia y calabacín.

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