Las sopas

 

A finales del cuaternario el hombre estaba ante unos de los inventos que iba a revolucionar toda la historia de la humanidad: El fuego; el fuego aportó el mayor de los descubrimientos al ser humano, entre otras muchas consecuencias logró hacer más llevadera la alimentación. Primero fue el calor, la luz y la protección que les daba el fuego, después, tal vez un accidente, les hizo descubrir, que poner los alimentos directamente al fuego, los ablandaba, cambiaba su sabor y los hacía más digeribles.

Otro accidente, tal vez la caída de una piedra caliente en un receptáculo donde existiese agua y algún alimento, les hizo descubrir la primigenia sopa. De hecho las sociedades primitivas de Nueva Guinea, aún tienen la costumbre de calentar unas piedras al fuego que luego sumergen en un cuenco hecho en una piedra y que previamente se ha llenado de agua y de vegetales.

Desde entonces la sopa ha sido fiel compañera del hombre en su alimentación. Gedeón en el Antiguo Testamento, ya realizaba caldos. Los íberos de Viriato, ya cocinaban la sopa de ajo, tan tradicional en la península Ibérica. Aspasia, la esposa de Pericles, se alimentaba de consomé de ave. Roma tuvo una gran tradición sopera. Se sabe que Nerón, tan aficionado al canto, tomaba todos los días un caldo con puerros al que atribuía la cualidad de proteger sus cuerdas vocales.

Existen miles de variedades de sopas, la base es el agua, después el sabor y el aroma lo aportan los ingredientes: pescados, carnes, verduras, pastas, legumbres. Todo cabe en una sopa. No hay cultura que no tenga una sopa como bandera de su gastronomía. En Francia la sopa de cebollas, en España la sopa de ajos y así sucesivamente por todo el planeta. Sólo la costa peruana tiene más de dos mil tipos de sopas.

Normalmente se toma como plato entrante y caliente, afín de preparar al cuerpo para la comida. No siempre es así, en el cocido maragato la sopa es al final, o el gazpacho y sus muchas variantes, son sopas frías para el verano.

La sopa nos ha acompañado en todas las civilizaciones y épocas, dándonos calor en invierno y frescor en verano. No podemos dejar de mencionar la contundente Harira marroquí o la famosa sopa de cebollas, recetas que calientan el cuerpo y el alma en el invierno, o el conocidísimo gazpacho andaluz.

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