El ajo

 

El ajo ocupa un lugar importantísimo en la historia culinaria, así como en la medicina popular, en los ritos y creencias de casi todas las religiones y en las más diversas tradiciones mágicas.

A lo largo de su historia el ajo, tanto en su concepción como en su uso, ha tenido verdaderos altibajos; “fans” y detractores de todo signo y color se alternan con contados puntos de equilibrio, rayano en el refinamiento más sutil, antes de volver a sumergirse en el relativo oscurantismo al que lo condena la época contemporánea tan ávida de productos llamados “light”, incoloros, insaboro e insípido.

El ajo es planta bulbosa de la familia de las Lilas, “Allium Sativum”, el bulbo de esta planta de olor muy intenso, esta compuesto de pequeñas secciones a las que se denomina dientes.

Hoy resulta incuestionable la importancia del ajo en la dieta y en la farmacopea de las civilizaciones más antiguas. Llego a ser tan apreciado en el antiguo Egipto que se utilizaba como moneda de cambio. Siempre se le reconocieron sus propiedades mágicas y curativas, el ajo estaba destinado a preservar la salud y a mantener alejados a los malos espíritus. Aun hoy se sigue utilizando el ajo contra el conocido “mal de ojo”.

Para los judíos era y es una parte fundamental de su dieta y ya entonces eran conocidos sus efectos estimulantes en el organismo y más concretamente sus efectos afrodisíacos, revitalizando el organismo y acrecentando el deseo sexual. Hipócrates y Aristóteles alabaron sus virtudes curativas y culinarias.

El ajo se utiliza para eliminar parásitos, y en estos casos el jugo del ajo es uno de los mejores remedios, ya que aún en las especies difíciles de expulsar, se obtienen resultados sorprendentes. Ayuda a quienes padecen de ácido úrico y actúa como protector en la calcificación de las arterias. Previene la hipertensión y la mala circulación, ya que tiene una acción hipotensota.

Es estimulante, diurético y expectorante. Tiene un alto contenido de fósforo y de azufre, por eso se destaca como un sedante especial para los nervios, aunque el azufre es el causante del sabor tan recio del ajo. Para estos objetivos es aconsejable comerlo crudo ya que cocido pierde más del 90% de su efectividad.

En la antigua Grecia el ajo se utilizo tanto con fines mágicos y dietéticos como curativos, Homero se encargó de rescatar a Ulises con los poderes mágicos de este condimento en una de las referencias mas conocidas de entre los textos clásicos al ajo al que llamo Moly.

Así, después de este rápido recorrido no debemos dejar de probar nuestras exquisitas recetas que se basan en el ajo tanto por su sabor como por ayudar a nuestra salud, como el conejo al ajillo, las angulas o el gazpacho andaluz.

Recetas recomendadas:
Conejo al ajillo Gazpacho andaluz Angulas
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