La caza

 

La caza ha sido desde tiempos muy remotos una de las principales fuentes de proteínas en la alimentación del hombre, que complementaba su dieta de frutos y raíces con insectos y animales que cazaba.

En la Biblia, en el Génesis 25, 9-34; 27, Esaú vende su progenitura a Jacob, siendo este pasaje el símbolo del sedentarismo humano por el avance de la agricultura. No por esa razón dejo de ser cazador. Sólo aquellos que disponían de fuerza y valor eran los destinados a la obtención de carne fresca. Este concepto ha seguido siendo una pauta en toda nuestra historia. Reyes, nobles y grandes pudientes han ejercido, durante todo este trayecto, su posición dominante para lograr alimentos y posteriormente fama y distracción. Territorios enteros estaban vedados a la práctica a los plebeyos, bajo pena de muerte. Un ejemplo cercano es el "Libro de la Caza" del Infante D. Juan Manuel, en el año 1325, que describe las Tablas de Daimiel (Ciudad Real) como un lugar propio para la caza y donde afirma que su pertenencia corresponde a la Orden de Calatrava.

Tradicionalmente se divide la caza en dos tipos, “caza mayor”, también llamada "montería" o "venatoria", y la “caza menor”. Esta división se corresponde con el tamaño de las piezas y su peligrosidad, siendo la primera casi exclusividad de los poderosos. Hoy día se sigue manteniendo el mismo concepto pero las técnicas son numerosas, llegando a su culminación con el arte de la cetrería.

La caza como fenómeno deportivo, representa actualmente en muchas zonas unos ingresos muy importantes, ya sea en equipamiento, armas, alquiler de cotos y organización de cacerías. Así, la caza se ha convertido en una clase de turismo más. A pesar de que nuestra sociedad es cada vez más urbana, hay millones de cazadores que se lanzan al campo una vez abierta la veda.

Yendo a lo que nos interesa, las carnes de caza van desde el corzo, el jabalí, ciervo, conejos, liebres hasta toda una gran gama de aves y otros animales menores, pero en general todas ellas son de un sabor más fuerte que el de la carne que habitualmente se consume. Es prieta, sin excesivas grasas y de un sabor muy acentuado. Esto se mitiga, en bastantes ocasiones, poniéndola en adobo, o acompañándola de salsas que realcen sus cualidades más sabrosas y mitiguen sus sabores y carnes prietas, aunque el normal proceder es, si son piezas grandes, asarlas al fuego, acompañadas de hierbas y especias relacionadas, en algunos casos, con su hábitat natural. Son lentas de realizar, ya sean puestas en adobo o a asar. Su exquisitez, digna de reyes, está contrapuesta, por su alto nivel de ácido úrico y elevado colesterol.

En general, suelen ser platos, destinados a mesas de gran poder adquisitivo o restaurantes de cierto renombre, a menos que se sea cazador. Sus presentaciones han variado poco, pues desde siempre eran servidas con gran acompañamiento y decoración.

A continuación recomendamos varias recetas en las que la caza es protagonista, como el corzo asado con manzanas, la liebre a la cazadora, las perdices escabechadas, el lomo de ciervo en salsa de setas y trufa o el conejo asado con mandarinas.

Enlaces relacionados:
La caza
Reportajes anteriores

Puedes consultar los reportajes anteriores por categorías o bien utilizando el buscador de palabras clave.

© Copyright - Revistarecetas.Com | Condiciones Generales y Polнtica de Privacidad | Rss

Desarrollado por Iniciativas Virtuales