Fue en Francia donde se desarrollaron principalmente las artes culinarias de Occidente, por lo que desde el siglo XVII se convirtió en el centro de la buena cocina, siendo considerada la mejor gastronomía occidental. País rico en vinos y en ingredientes de primera calidad, ha sabido mezclarlo todo de manera singular. Francia , generosa tierra, como buena madre ha sabido exponer sus mejores virtudes en la cocina pero también ha sido receptora, maestra, difusora y aglutinadora no solo de su mejores viandas, sino que ha sabido recoger, adaptar, combinar, ordenar y ensalzar técnicas, productos, platos, hacerlos propios y difundirlos al mundo

Esta forma de entender la cocina como un arte, como un placer y no sólo como una necesidad, nos ha dado no sólo una cocina extremadamente rica, si no toda una base de formas de hacer. Es muy normal llamar chefs a los grandes cocineros, palabra que en francés significa “jefe”. Desde la corte de Luis XIV, se elevó cada vez más el arte de cocinar, los grandes banquetes rivalizaban para ver quien presentaba las mejores viandas y la máxima decoración. La revolución francesa hizo que los chefs de cocina de grandes casas nobles, al quedarse sin trabajo, se establecieran por su cuenta y extendieran la buena mesa y la etiqueta en el comer.

Para entender lo que es la cocina francesa, basta nombrar sus vinos, sus innumerables quesos de una calidad excepcional, su foie gras, el empleo de la trufa, los encurtidos, la charcutería, las verduras, las carnes y pescados, y sus muy elaborados postres.

La etiqueta es la culminación de cómo se debe gozar con una buena comida, combinada con excelentes vinos. La presentación de los platos, su orden, su colocación en la mesa y la disposición de los comensales está perfectamente estudiada para disfrutar de los manjares, compañía y una buena conversación.