Grimod de la Reynière

 

Pilar de la cultura gastronómica, iniciador de la critica y ensalzamiento de la mesa, Este francés de rica familia, con una malformación en los dedos que le marco de por vida. Este hecho genético le dio un carácter fuerte, cínico y a veces tétrico, con rasgos de humor que poca gente entendía. 

Es el primero en crear una crítica y enseñanza de la comida. A caballo entre la monarquía ilustrada y la revolución, con una rebeldía innata se supo adaptar muy bien a esa sangrienta transición. Eran tiempos de cambio en muchos sentidos, no solo revolucionarios, el vasallo paso a ser ciudadano, las pestes que manaban de barrios y arrabales hasta palacios se vieron disminuidos.

Nunca le falto riqueza, salvo después del destierro que procuro su padre. A la muerte de éste, heredo una gran fortuna, que aplicó a lo que más le gustaba, comer con todos los sentidos, degustar y comportarse en la mesa. Hay multitud de dichos sobre comportamiento en la mesa, y escribió un libro “El manual de anfitriones” y “la guía de golosos” como también fueron famosos sus almanaques gastronómicos, muy solicitados en todo París, eran el verdadero nacimiento de la crítica gastronómica del París de entonces. Formado por un jurado, donde él ejercía de secretario, la opinión favorable o desfavorable de un local o producto le hacían encumbrarse o caer en el olvido.

De pluma incisiva, con claridad en el uso de la palabra no dejó de marcar impronta en todo cuanto hacía. Extravagante, ácido, critico, y hasta tétrico, sus banquetes eran puestas en escena de lo más chocantes. Se le puede denominar el Apico del siglo XVIII, salvando distancias. Con él, la nueva burguesía aprendió el arte de la buena mesa, estableció las bases para la cocina francesa, creó toda una información que sirvió posteriormente a la sociedad y luego al estado francés que hizo con el tiempo cuestión de estado el tema gastronómico que dura hasta nuestros días. La diplomacia francesa sin este saber y esta difusión de sus banquetes diplomáticos, el dar a conocer sus ricos manjares y preparaciones tan conocidas creo todo un entramado que ha dado el primer lugar del mundo al tema gastronómico.

Grimod tubo la idea de unir su vocación de gran gourmet, con la de la literatura, la expandió, y con sus escritos, sus banquetes y la fama creó las bases para una restauración como hoy día conocemos. Todas las grandes urbes y los pueblos más pequeños hacen gala de sus mejores preparaciones, los restaurantes con las guías gastronómicas compiten en todo el mundo, miles de libros, programas de comunicación, cursos y exposiciones, unido al constante vaivén de millones de turistas, han hecho realidad lo que deseaba Grimod en su tiempo.

Bueno es leer para no dejar en desuso las normas de comportamiento en temas de banquetes y mesas bien servidas.

Como viene siendo costumbre os ofrecemos varias recetas que si no ilustran en este caso el tema, algo de relación si tienen, pues Grimod no aportó ninguna receta propia, sí su buen gusto. Os aconsejamos el Foie grass de pato flambeado al Armagnac, el Chateaubriand o la babarroisse de mandarina.

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