La sandía se considera originaria de países de África tropical y hoy en día es una de las frutas más extendidas por todo el mundo. Es prima de los pepinos, calabazas y calabacín

Es por excelencia la fruta más refrescante. Debido a su alto porcentaje de agua  (más del 90%) es la mejor opción para calmar la sed en verano y se la considera importante en dietas de adelgazamiento por ser saciante y contener pocas calorías.

Sus principales minerales son el potasio y el magnesio, pero en cantidades tan poco significativas que las personas con dietas controladas de potasio, pueden consumir la sandía diariamente.

El color rojo de su pulpa es debido al licopeno (también presente en los tomates) de gran capacidad antioxidante y con propiedades preventivas para enfermedades cardiovasculares o el cáncer, principalmente el de próstata.

La mejor época de compra para esta fruta es el verano (concretamente desde junio a agosto). A la hora de elegirla, debe escogerse firme, pesada y muy poco brillante en apariencia. Se puede saber cuándo la sandía ha alcanzado su punto óptimo de maduración al golpear su superficie con los dedos, si emite un sonido hueco indica que la fruta está llena de agua y a punto para ser consumida.

Resulta muy sabrosa tanto si la comes sola, como si la utilizas para preparar ensaladas de frutas, jugos, batidos y otras deliciosas recetas. 

Solemos tirar su cascara pero, según parece, lo más nutritivo no se encuentra en la fruta, sino en su cascara. Estamos hablando de la parte blanca que se encuentra entre la corteza verde y la carne roja de la sandía. Se puede confitar, hervir, freír, licuarla o tomarla en ensaladas.

Como es habitual, a  continuación os ofrecemos una serie de recetas que tienen a la sandía como protagonista principal.