La magia de saber cocinar
Cocinar es un acto de amor y el cocinero es como un niño y eso lo convierte en un gran creador. Es un arte, para el que se necesita creatividad, dedicación, cariño, sensibilidad y paciencia y cuya mayor satisfacción es observar la cara de placer de los comensales cuando saborean la comida y los platos vacíos al terminar.
La cocina ayuda a escribir la historia de los pueblos. Muchas culturas tienen mitos, símbolos y ritos en torno a su comida y a la forma de prepararla. Es uno de los aspectos más atractivos al visitar un país o una región, y también es uno de los aspectos que más define la vida de las personas de una ciudad, un país o una colectividad.
Es muy educativo inculcar a los niños desde muy pequeños la afición por la cocina. Aparte de que les puede resultar muy divertido, los conceptos de la buena nutrición y la preparación de alimentos saludables les quedarán para toda la vida.
Además de enseñarles las bases de un arte vital, les estaremos manifestando confianza y fortaleciendo su autoestima pues ayudar y sentirse parte del proceso puede motivarlos muchísimo. Ponen a funcionar sus destrezas manuales al amasar, trocear, decorar, revolver y sobre todo... aprenden a ser independientes, pues así cuando abandonen el nido o el fabuloso “Hotel Mamá”, no terminarán siendo el cliente más fiel de una cadena de comida rápida.
La familia y la escuela tienen por tanto un papel crucial en la alimentación de los niños, porque condiciona su crecimiento.
En el plan de estudios de todo colegio de primaria deberían impartir clases de cocina. Manejar utensilios, saber cómo hacer una compra en el mercado de comida saludable, reconocer el punto adecuado de la pasta, el punto aceptable de una carne a la plancha y el hecho de que agua y aceite caliente es igual a peligro.
Aprender a cocinar debería ser algo que le enseñen a todo niño y niña a hacer en el colegio y saber cómo cocinar ser uno de los requisitos para entrar en la universidad.
No nos cansaremos de recalcar la importancia de hacer que los niños se interesen en cocinar a una edad temprana, ya que los niños que cocinan se convierten en adultos que cocinan y comen más sano que aquellos que no saben cocinar.
Todos deberíamos poder ser capaces de poder alimentar a un familiar, o amigo enfermo con sopas simples
Descubrir en familia la magia de la cocina se convierte a corto, medio y largo plazo en unos tremendos beneficios para los niños.
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