Puerro o ajo porro

 

El puerro o ajo porro es una hortaliza conocida por el hombre hace ya más de 4000 años. Mezcla para los profanos entre el ajo tierno y la cebolla, se le denominaba “ajo de oriente”. Su nombre científico es “Allium porrum L”. Su origen se establece en Mesopotanía, de allí se extendió por todo el mundo y las grandes cocinas, como la francesa o la china, hacen empleo del puerro muy a menudo.

El puerro es una verdura que se consume a lo largo de todo el año, pero con más demanda en otoño e invierno. Tiene un valor nutritivo muy pequeño: 52 calorías por 100 gramos de producto en fresco, contiene pequeñas cantidades de grasa, de 2% a 3% de proteínas y un 7% de hidratos de carbono. Es una hortaliza que se recomienda por su alto porcentaje en sales minerales como fósforo, calcio y potasio. El puerro también tiene vitaminas C y B6.

El puerro es un buen diurético y también tiene propiedades, como la cebolla o el ajo, para problemas de respiración, aunque con menor poder. Por sus fibras y por su baja cantidad de calorías es bueno para mantenerse en forma.

Se dice que la ingesta de puerro hervido, es un truco infalible contra el envejecimiento de la piel producido por el sol y el paso de los años. El zumo de puerro con miga de pan reduce los forúnculos. Añadiéndole a esta receta leche, surge una poción mágica contra erupciones cutáneas. Las hojas de puerro son perfecta para las heridas; no hay más que recubrirlas con ellas y la herida sanará. En el caso de padecer picaduras de insecto, lo mejor es frotar la zona con la cabeza del puerro.

A la hora de comprar puerros, hay que tener en cuenta que el tallo sea blanco, recto y consistente, sin marcas ni zonas gruesas, mientras que las hojas deben presentar un color verde oscuro y forma plana. Han de rechazarse aquellos puerros que presenten hojas amarillentas, blandas o en mal estado. Esto indica que la parte comestible tendrá una consistencia alterada.

Para prepararlo hay que cortar el tallo en sentido longitudinal y lavar con agua las hojas. Se deben separar una a una para así poder eliminar la tierra que queda entre ellas. Los puerros se mantienen en buen estado en el frigorífico hasta dos semanas, pero una vez que han sido cocinados han de consumirse en un periodo máximo de dos días, porque si no pueden resultar indigestos. Los puerros congelados duran unos tres meses. Se recomienda cocinarlos sin descongelarlos debido a que su textura empeora y pierden sabor.

A continuación recomendamos varias recetas en las que esta hortaliza es protagonista, como los puerros gratinados, la crema ligera de puerros, el tabule, los puerros a la gorgonzola y el cordero salteado con puerros.

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