La cuaresma

 

Una vez pasados los carnavales, representación simbólica de lo carnal, lo mundano, lo terrenal, representado por don Carnal, reencarnación del dios Jano el dios de las puertas que simbolizan las entradas y las salidas, el principio y el fin, por eso el primer mes del año recibió el nombre en su honor. El Miércoles de Ceniza, nos recuerda que sólo somos polvo y que nuestro transito es temporal. Ahí comienza la Cuaresma un tiempo de preparación intensiva a la Pascua.

Son cuarenta días que intentan, una parte someter la voluntad para fortalecerla con virtudes como la templanza, la sobriedad y la humildad, contra los excesos de la carne. Esta cifra nos recuerda muchos acontecimientos bíblicos que nos hablan de este número: los cuarenta días de ayuno de Jesús en el desierto; los cuarenta años que el Pueblo de Dios pasó en el desierto; los cuarenta días que Moisés transcurrió en el Monte Sinaí; los cuarenta días de marcha de Elías para llegar al Monte Horeb.

Además de oración, limosna hay otras prácticas religiosas como son las del ayuno y la abstinencia que están unidas a este tiempo litúrgico y que, a la vez que han sido consideradas expresión de penitencia y conversión, han llegado ha calar profundamente no sólo en manifestaciones de religiosidad popular, sino también en la cultura y hasta en la gastronomía de nuestros pueblos. Su relación con la Pascua Judía es evidente y consiste en la realización de un "gran ayuno" para poder preparar la Pascua cristiana de manera adecuada. Todos los viernes de Cuaresma son días de abstinencia de carne.

No sólo la practica religiosa, si no también las costumbres, enraizadas en el tiempo, hacen que durante cuaresma nuestros hábitos culinarios se modifiquen.
Para seguir con esta tradición queremos ofreceros diferentes recetas de vigilia, todas ellas de gran tradición y que en muchos casos no son nada representativas de penitencia, si no que nos deleitan el paladar.

Recetas como el potaje de garbanzos con espinacas, tan tradicional en nuestros viernes, el bacalao de Semana Santa, el bacalao al pilpil, el besugo asado, las lentejas estofadas de reminiscencias bíblicas o las clásicas torrijas que se comen en Pascua, nos harán pasar los viernes de Cuaresma disfrutando de la mesa y de nuestro paladar.

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