Nada es lo que parece en el arte del trampantojo. 

La definición que la RAE nos ofrece sobre la palabra trampantojo es: Trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es. 

El origen de la palabra es francés “Trompe-l’œil” que literalmente quiere decir “engaño al ojo”.

Realmente es una técnica usada en la pintura y algunas veces en la arquitectura que consiste en crear efectos que engañan a la vista mediante el uso de la perspectiva, de manera que lo que es una superficie plana o casi plana, la percibimos como un espacio dotado de profundidad y volúmenes entrantes y salientes. En el ámbito culinario, tiene como protagonistas ingredientes que buscan ser otros totalmente distintos, algo que provoca sorpresa y emociones culinarias puesto que nuestra mente y paladar esperan un producto como tal lo conocemos y recordamos, pero nos llega algo diferente.

La cocina creativa es una fuente de inspiración para ofrecer engaños con capacidad de ser saboreados. Estas ilusiones comestibles son infinitamente variadas. Simulaciones de aceitunas, caviar o risottos ofrecen las mismas texturas, colores y apariencia a nuestros ojos pero son sólo meras manipulaciones a manos de los más expertos e ingeniosos chefs. Esterificaciones, aceites, hidrógeno líquido, liofilización… el trampantojo viene precisamente de la mano del avance de  las técnicas culinarias.

Va unido con el ilusionismo, pero no es equivalente, puesto que mientras el ilusionismo reclama la ayuda de la imaginación, el objetivo del trampantojo es engañar al propio ojo. Provocar desde lo inesperado para ofrecer después una grata experiencia es la clave del trampantojo.

Pero no hay que irse hasta la alta cocina para descubrir un trampantojo. En casa, y en algunos casos en tan solo unos minutos, puedes preparar un plato que finge ser lo que no es y con el que con toda seguridad sorprenderás a tus comensales.

A continuación, y como es habitual en cada reportaje, te ofrecemos una serie de recetas relacionadas con el tema.